¡Enhorabuena a todos participantes y a los ganadores! Otro año más una noche para nuestro recuerdo.
OS FALTA COMUNICACIÓN
por Ricardo
Cómo cada día se
levanta a las seis para ir al baño, en realidad, lo que hace es subir la
temperatura de la calefacción, para que cuando ella se levante no le duelan las
articulaciones y se le pongan azules los pies, corta el pan en rebanadas, ella
no tiene fuerza en las manos, le deja un vaso de agua en la mesilla de noche y
se vuelve a la cama, necesita entrar en calor.
Ella se despierta a
las siete y media, toma el vaso de agua, va al baño y le deja las pastillas
para la tensión en el lavabo. Ya en la cocina prepara café, descafeinado, como
siempre, aunque él no se dé cuenta. Calienta la leche en el cazo y, mientras
prepara la calceta, para esa bufanda que le está haciendo, el pan se va
tostando.
Él se levanta a las
ocho, después del baño va la cocina y desayunan juntos, hoy sonríen al mismo
tiempo recordando el comentario, de ayer, de su nieto:
—Abuelos, casi no
habláis; os falta comunicación.
LA NUBE MÁS BLANCA
por Fede
En las afueras de mi
ciudad, donde finaliza la línea del tranvía, hay un bosque de árboles
milenarios, altos como rayos suspendidos del cielo y frondosos como manglares.
Me gusta volar hasta sus copas y observar el ir y venir de la gente, con la que
me relacioné cuando estaba vivo. Algunos pájaros se refugian de la lluvia en
las ramas cercanas. Un caballo alado me eleva y veo, a través del arco iris,
niños jugando a la comba sin importarles el chaparrón. Subo tan alto que mi
cabeza golpea la Luna y provoca un pequeño agujero por donde salen enanos mudos
que intentan tirarme del pelo. Las estrellas bailan a mí alrededor sin
prestarme atención, haciendo reverencias a Dios, que sentado en la nube más
blanca, lee la Biblia y ríe a carcajadas. Abajo en la tierra perdida, el
tranvía llega a su destino. Mi amigo Elías baja en silencio, cambia el trole
por enésima vez y me busca en el cielo. Las tiendas cierran sus puertas, los
niños regresan a casa y hacen los deberes. Dios guarda su libro y se dispone a
montar la guardia.
SIN MEMORIA por
Walda
Un día dejo de
hablar, se olvidó de las palabras. Hacía tiempo que los recuerdos se le
confundían en la memoria, se le mezclaban unos con otros como acuarela, no
estaba seguro si pertenecían al pasado o habían sucedido hacia unas horas.
Estaba tan inseguro que no se atrevía a salir a la calle. Abría el libro por la
señal que había dejado, no recordaba lo que había leído, volvía a empezarlo día
tras día, hasta que lo dejó cerrado para siempre. Se preguntaba quién era la
bella mujer que le miraba desde el cuadro sobre la chimenea. Los amigos y
parientes le visitaban con frecuencia y con sonrisa exagerada le decían que le
hallaban muy bien, después dejaron de hacerlo.
Su mirada se volvió
ausente, vacía, la sonrisa una mueca de hastío. La ruina física se adueñó de
él. Cuando la muerte le visito no supo quién era.
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