Reconociendo la inmensa y desinteresada labor que Elena viene realizando desde años atrás, el tema elegido para el relato ordenado por la RR es el correspondiente a un diálogo de una añeja película de Paul Newman. En concreto las frases que deberán aparecer de manera literal o servir de inspiración para la escritura son: No veo que peligro puede haber y Lo lamento de veras pero tendrá que esperar todavía una semana o dos.
" La vie en rose.
por Emilio
- Te digo que nos forramos, que dejes de darle vueltas y no te cortes. Mira, la clave del éxito es la capacidad para diseñar un plan brillante y la determinación para materializarlo ¡ Y lo sabes, ostras que si lo sabes! Lo sabes mejor que nadie en este país, tío.
- No, si yo no es que sepa o deje de saber, eres un cachondo. Es un reflejo, me dan mala espina las cosas tan sencillas. Con lo perro que está todo, lo de encontrar la gallina de los huevos de oro así como de pronto no sé, me salta las alarmas.
- Para huevos de oro los tuyos, tío ¡No te jode!
La carcajada suena a coro en el confortable despacho. La luz veraniega del mediterráneo lo inunda desde el ventanal que da al puerto, tamizada por unas elegantes cortinas crema. Se adorna en un par de jarrones de porcelana y como sin ganas de salir, se pasea por el cuero y la madera de los muebles. Renuente, se posa en los dos amigos que hablan, jóvenes maduros con todos los signos del éxito: aspecto deportivo, cabellos bien cuidados, pieles tostadas con el grado de hidratación perfecto, camisas y pantalones de hilo, mocasines de piel sin calcetines. Clónicos en la actitud, seguros de sí mismos, uno es más alto, el otro parece más listo.
- No, prosigue Manolo, va a ser todo legal, te lo digo yo ahora en serio: No se qué peligro puede haber…
- Jo tío, eres la leche. Venga, me parece idiota no aprovechar las oportunidades cuando vienen de frente; voy a decirle a la chica que me ponga con el Jaume ese; no le aguanto porque se cree gracioso pero el tipo manda. Aquí, manda.
Aprieta un botón en el teléfono blanco que está sobre la mesa y al momento se escucha una voz femenina que en tono muy suave responde:
- ¿Señor?
- Monse, llame al despacho del Jaume este de aquí, y diga que quiero una entrevista personal a la mayor brevedad posible. Privada, los dos solos.
- Por supuesto, Señor.
Apenas tienen tres minutos para seguir su conversación cuando el mismo aparato emite un discreto zumbido. Iñaki descuelga al momento.
- ¿Sí?
- Señor, lo lamento de veras, pero tendrá que esperar todavía una semana o dos. El presidente se encuentra de viaje institucional en el Caribe y no regresa hasta la última semana del mes.
- De acuerdo. Pero vaya al grano, deme fecha y hora de la cita. No me venga con evasivas, señorita.
Lo dice en un tono muy cortante y cuelga con evidente disgusto. Al tiempo, Manolo se levanta como un resorte, con una sonrisa entusiasta y los brazos ligeramente abiertos: - ¡Ningún problema, tío! Si este gilipollas está de putas en Cuba, a por el siguiente palomo, que lo que te sobran son lameculos ¿Valencia por ejemplo?"
LA
RECOMPENSA.-
por Helena
- El
peligro se siente…Hay algo en el lugar que te pone en tensión. Las alertas
secretas de que disponemos para la prevención del riesgo se disparan. Estamos
expectantes, quietos, los músculos crispados
- ¿Quién
aparece?
- Nadie.
- ¿Se
ve algo?
- Nada
- ¿Cuánto
tiempo hay que seguir así?
- Hay
que esperar al menos una o dos semanas. Hasta que las rocas se abran y la
humedad escupa la arena por sus grietas. Después, nunca sabremos qué minerales
se mezclan en ella mientras no se tamice una parte.
- ¿Hay
alguna experiencia?
- Hace
un siglo la hubo. Cayó agua y se formó un lago justo debajo de la oquedad.
Cuando se evaporó encontraron entre la tierra grandes cantidades de rodio y oro
pero todos los que lo habían presenciado sucumbieron bajo la avalancha. El acontecimiento
tardó mucho en olvidarse
…Realmente
hasta nuestros días; hasta hace unos meses en que unos arqueólogos estudiosos
han propuesto la búsqueda y el gobierno ha aprobado su proyecto. Por eso los
traen a vds., presos de larga duración aquí, a la cueva. : Puesto que ya no
tienen mucho que perder y sí algo que ganar:
PUES LES RECOMPENSARÁN SU TRABAJO .
Café Polinesia
por Marta
Café Polinesia
por Marta
A
María le incomoda entrar sola en un bar. No le gusta consumir algo
solitariamente mientras se siente observada por ojos inquisidores: ¿qué haces
aquí sola? ¿esperas a alguien? Pero hoy no le queda otra opción. Después de la
sequía de los últimos días tiene que volver a hacerlo.
-Un cortado, por favor -
El camarero de la cafetería Polinesia se remanga la camisa dejando ver el
abundante vello de sus brazos. En su dedo meñique un sello de oro. María anota
en su cuaderno, “duerme desnudo, se quita
todo salvo el anillo”.
Un hombre anciano entra
en el bar y se sitúa en la barra a su lado. Huele a casa cerrada.” La casa no volvió a ventilarse desde que
ella murió, él solo sabía respirar el aire de su ausencia…”. El hombre pide
un café. Disimuladamente mete la mano en el bolsillo de su gabardina y se oye
un chasquido sordo. A continuación se lleva la mano a la boca y mastica con
discreción. María intuye un trozo de galleta, quizás un bizcocho. Repite la
operación mientras María garabatea sin parar. Cuando el anciano termina deja un
euro en la barra y se va.
Entra una mujer y se
sienta en la banqueta que acaba de dejar libre el hombre. “Aún estaba caliente el asiento cuando ella lo ocupó, esa sensación de
sentir calor ajeno y anónimo le causaba repulsión…”
La mujer pide una
cerveza. Saca un pequeño espejo de su bolso y se pinta los labios de rojo
carmín repasándolos varias veces. A María le parece más joven de lo que es. “…Fue el regreso del amor lo que tersó su piel
y devolvió ese brillo en los ojos que solo los demás perciben”. Saca el
móvil y la letra de gran tamaño permite que María pueda leer la conversación
con facilidad. Una gran cantidad de corazones e iconos con besos inundan la
pantalla. María sonríe, no se equivocaba.
La última frase de su
contacto aún parpadea en la pantalla: - No veo que peligro puede haber- . La
mujer, con el pulso firme, teclea – Lo lamento, de veras, aún tendrás que
esperar una o dos semanas más-. María escribe la frase tal cual en su cuaderno.
Mira a la mujer y ésta le sonríe. Observa en su rostro la expresión del que se
siente poderoso. Cierra el cuaderno.
Saca el monedero y deja un euro encima de la barra. Vuelve a abrir el monedero
y deja otro euro de propina. Las musas de la cafetería Polinesia también tienen
su tarifa.