martes, 15 de diciembre de 2015

V CONCURSO NAVIDEÑO "MENUDO RENGLÓN"

Ya están aquí los microrrelatos ganadores del concurso " Menudo Renglón", donde por primera vez se ha coronado un renglonero del sexo masculino. Tras la lectura de los microrrelatos se procedió a la votación (cada renglonero otorgó uno y dos renglopuntos a los textos que más le gustaron) y posteriormente se pasó a desvelar quien era el autor de cada microrrelato relativo a la incomunicación. En ese punto se conoció que  "Os falta comunicación" de Ricardo fue el claro vencedor, seguido de los textos de Fede ("La nube más blanca") y Walda ("Sin memoria"). A continuación podéis disfrutar de ellos.
¡Enhorabuena a todos participantes y a los ganadores! Otro año más una noche para nuestro recuerdo.


OS FALTA COMUNICACIÓN    por Ricardo

Cómo cada día se levanta a las seis para ir al baño, en realidad, lo que hace es subir la temperatura de la calefacción, para que cuando ella se levante no le duelan las articulaciones y se le pongan azules los pies, corta el pan en rebanadas, ella no tiene fuerza en las manos, le deja un vaso de agua en la mesilla de noche y se vuelve a la cama, necesita entrar en calor.
Ella se despierta a las siete y media, toma el vaso de agua, va al baño y le deja las pastillas para la tensión en el lavabo. Ya en la cocina prepara café, descafeinado, como siempre, aunque él no se dé cuenta. Calienta la leche en el cazo y, mientras prepara la calceta, para esa bufanda que le está haciendo, el pan se va tostando.
Él se levanta a las ocho, después del baño va la cocina y desayunan juntos, hoy sonríen al mismo tiempo recordando el comentario, de ayer, de su nieto:
—Abuelos, casi no habláis; os falta comunicación.

LA NUBE MÁS BLANCA   por Fede

En las afueras de mi ciudad, donde finaliza la línea del tranvía, hay un bosque de árboles milenarios, altos como rayos suspendidos del cielo y frondosos como manglares. Me gusta volar hasta sus copas y observar el ir y venir de la gente, con la que me relacioné cuando estaba vivo. Algunos pájaros se refugian de la lluvia en las ramas cercanas. Un caballo alado me eleva y veo, a través del arco iris, niños jugando a la comba sin importarles el chaparrón. Subo tan alto que mi cabeza golpea la Luna y provoca un pequeño agujero por donde salen enanos mudos que intentan tirarme del pelo. Las estrellas bailan a mí alrededor sin prestarme atención, haciendo reverencias a Dios, que sentado en la nube más blanca, lee la Biblia y ríe a carcajadas. Abajo en la tierra perdida, el tranvía llega a su destino. Mi amigo Elías baja en silencio, cambia el trole por enésima vez y me busca en el cielo. Las tiendas cierran sus puertas, los niños regresan a casa y hacen los deberes. Dios guarda su libro y se dispone a montar la guardia.

SIN MEMORIA    por Walda

Un día dejo de hablar, se olvidó de las palabras. Hacía tiempo que los recuerdos se le confundían en la memoria, se le mezclaban unos con otros como acuarela, no estaba seguro si pertenecían al pasado o habían sucedido hacia unas horas. Estaba tan inseguro que no se atrevía a salir a la calle. Abría el libro por la señal que había dejado, no recordaba lo que había leído, volvía a empezarlo día tras día, hasta que lo dejó cerrado para siempre. Se preguntaba quién era la bella mujer que le miraba desde el cuadro sobre la chimenea. Los amigos y parientes le visitaban con frecuencia y con sonrisa exagerada le decían que le hallaban muy bien, después dejaron de hacerlo.

Su mirada se volvió ausente, vacía, la sonrisa una mueca de hastío. La ruina física se adueñó de él. Cuando la muerte le visito no supo quién era.

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